Capítulo XVII: La maldición de la inmortalidad
...Me siento como una maldición
para todos mis amigos y el simple
vivir me pesa en el alma.
Prologo
Mi nombre es Jessica y estoy maldita. Hace tiempo que ando huyendo de ciudad en ciudad y de país en país buscando una solución a este mal. Mi maldición es que no puedo morir. Básicamente soy como todas las demás un chica corriente que come, bebe, menstrua a su tiempo y se enamora con facilidad. Pero sin embargo esta maldición me lo ha arrebatado todo. Mis únicas amigas son la soledad y la oscuridad. Ahora cuento con 29 aunque en unas horas cumpliré treinta. Me siento tan sola, que pagaría por poder abrazar a alguien aunque sea por un momento. Pero sola debo de seguir hasta que encuentre una cura para esta maldición.
Todo comienza el primero de abril del año 2014 cuando contaba con tan solo 5 años de edad. De pronto, como era muy curiosa, salí a escondidas de mis padres y fui a visitar aquel callejón que se encontraba a tres cuadras de mi casa. Aunque no tenía permitido salir sola, eso no me importo y como cualquier niño de mi edad, simplemente mi instinto obedecí y allí me dirigí.
Tenía miedo, pero la curiosidad de conocer aquel oscuro callejón me pudo. Una vez dentro estaba muerta de miedo ya que el lugar apestaba a cebolla y a rata muerta. Había botellas de whisky vacías y algunos trozos huesos de pollo o algún tipo de ave parecido. Cuando mire hacia atrás supe que no había camino de retorno y ya no podía volver atrás. Al llegar al final me encontré con algo muy espeluznante, un anciano con un perro labrador que parecía cuidar de él o algo parecido. El perro me miró y parecía que me conocía y de una vez comenzó a lamerme. La verdad fue que me gustó mucho.
Después de esto al anciano se le iluminó el rostro y acercándose a mí e imponiendo sus manos en mi cabeza, pronunció sobre mí unas extrañas palabras. Luego abriendo un agujero en la pared de madera, me hizo salir de prisa. Luego de eso escuché un disparo. Pero estaba tan asustada que simplemente salí corriendo.
Cuando llegue a casa mis padres dormían aún y como tenía mucho miedo y además no quería ser castigada, simplemente no conté nada de lo que había pasado. Pero ya mi suerte estaba echada y sin darme cuenta ya me había metido en un juego del que jamás se sale con vida.
Solo han pasado cinco minutos y mira lo que he escrito y espero terminar para la media noche. Me siento sin vida ya que toda la gente cercana a mi está condenada a muerte, me siento como una maldición para todos mis amigos y el simple vivir me pesa en el alma. Es como si esta inmortalidad fuera una maldición.
Así pasaron diez años y ya estaba en la secundaria tenia amigas, hablaba sobre chicos y me gustaba Justin Bieber. Era un poco anticuado ya; pero por alguna razón adoraba la canción baby. Todo era normal. Incluso pensaba perder mi virginidad en la fiesta de graduación como todas lo habían hecho incluso mi madre. Incluso tenía un amigo gay a quien contarle mis problemas
Pero mientras me encontraba de compras en el centro comercial con mi mejor amiga que también se llamaba Jessica. Ella me ayudaba junto con Brian mi amigo gay a elegir alguna ropa interior en la tienda victoria's secret, cuando de repente entró un asaltante y apuntándome con su pistola pidió todo el dinero de la caja. Al verme en esa situación, comencé a gritar y el asaltante entró en pánico y simplemente disparo. El tiempo parecía eterno, era como si se hubiese detenido. Pero entonces abrí los ojos y vi que el tiempo literalmente se había detenido. La bala estaba frente a mí; yo no sabia que hacer. Entonces como en una acción repentina, me aleje de la trayectoria de la bala y de inmediato todo volvió a la normalidad con la excepción de que mi mejor amiga, yacía muerta de un balazo en el craneo. La verdad fue que mi llanto se volvió amargo donde no habia consuelo alguno. Brian mi amigo gay estaba horrorizado y pude notar en su mirada que me culpaba por ello. A dos cuadras el asaltante fue capturado y solo decia que yo no era de este mundo.
En el entierro, me pidieron que hiciera la despedida ya que eramos como uña y mugre. Aunque después de todo yo era la mugre. Mis palabras estuvieron salpicadas de mucho llanto y poco se entendió de lo que yo decía y entre los asistentes estaba mi amigo Bryan quien simplemente se fue al empezar mi discurso.
Cuando llegue a casa me dirigí a mi habitacion y alli encontre una carta de Bryan que decia:
--Querida Jessica, te escribo para decirte que ya no quiero que nos veamos. No lo tomes personal, pero ya no quiero estar cerca de ti. Queda demás decir que por tu culpa hoy Jessica está muerta ya que si no hubieses insistido tanto en ir a esa maldita tienda mi querida Jess estuviera con vida. Ahora la he perdido para siempre y esa imagen de sus sesos esparcido en la pared no me la podré sacar jamás de la cabeza. No se si sea justo contigo pero si no te hubieses puesto paranoica, Jessi seguiria con vida.
Con estas palabras sentí como mi vida se iba por el caño y por primera vez en mi vida, sentí que estar viva era una maldición. Lo que yo no sabía era que desde ahora el morir seria para mi un sueño imposible. Intente suicidarme varias veces pero no tuve éxito alguno hasta que un día mientras estaba con mi familia en el parque pasando el domingo el tiempo se detuvo.
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